Entradas

El Libro Negro del Emprendedor, Fernando Trías

Adiós a nuestro querido auto. Mi soporte emocional durante 2 años.

Imagen
Recientemente vendí mi carro y sentí una mezcla de nostalgia y esperanza. Con el tiempo, uno va creando un apego especial a las cosas que compra, casi como una costra emocional que, al desprenderse, duele un poco y deja una sensación extraña. Pero también sé que este desprendimiento es por algo mejor, por mirar hacia adelante y buscar el bienestar de mi familia y de mí mismo.  Me consuela imaginar que ahora ese carro vivirá nuevas historias, que tendrá un dueño que lo lleve a hermosas aventuras en el camino, dándole un nuevo y quizá mejor uso. Es difícil expresar lo que se siente, y tal vez para otros sea algo simple o sin importancia, pero yo sé lo que significa para mí: dejar ir para avanzar, soltar para seguir creciendo.

Cómo la búsqueda de un espacio para mi hijo se convirtió en un sueño emprendedor

Imagen
Después de un año —y un poco más— de vivir el día a día con nuestro hijo, con sus risas, sus avances, sus pequeñas frustraciones y sus grandes descubrimientos, algo dentro de mí comenzó a insistirme en que había una historia sin resolver. Una incomodidad que mi esposa y yo compartimos a lo largo de casi dos años y que hoy vuelve a hacer ruido, no desde el enojo o la queja, sino desde las ganas de cambiar las cosas. La ciudad en la que vivimos está llena de opciones: lugares para comer, para tomar café, para pasar un rato en familia. Pero aunque parezca increíble, cuando se trata de salir con un bebé o un niño menor de dos años, las opciones se reducen drásticamente. Nos dimos cuenta de que la mayoría de los espacios no estaban pensados para nosotros, o mejor dicho, para él. A veces bastaba con que no hubiera un cambiador de pañales, otras veces con que no existiera un rincón seguro para que jugara. Y cuando sí encontrábamos algo que más o menos cumplía con lo básico, aparecían nuevas b...

Entre el ruido mental y el deseo de cambio

Imagen
Hoy no vengo con una historia bien contada, ni con una idea completamente formada. Vengo con pensamientos sueltos, como suelen estar en mi cabeza la mayoría del tiempo. Esta entrada es más un desahogo que otra cosa. Una forma de poner orden dentro del caos que a veces soy yo mismo.  Últimamente, he sentido que tengo la mente saturada. Hay muchas ideas que me rondan, muchas ganas de hacer cosas, pero también mucho ruido. Y ese ruido se disfraza de distracción, de dudas, de cansancio. Tengo una lista interminable de lo que quiero lograr: mejorar mi inglés, programar mejor en C++, retomar la música, leer más, aprender cosas nuevas, incluso mejorar mi presencia en redes… pero cuando trato de priorizar, todo se revuelve otra vez.  Me cuestiono mucho. ¿Estoy persiguiendo mis verdaderos deseos o solo estoy tratando de impresionar a alguien? ¿Esto que quiero hacer lo deseo de corazón o es una forma de llenar vacíos? A veces lo sé. A veces no.  Y no es que me sienta perdido del...

Cuando mi alma me pide moverme

Imagen
Llevo semanas —quizá meses— con una sensación difícil de ignorar. No se trata de un problema concreto, sino más bien de un cosquilleo constante: una incomodidad silenciosa que se ha ido colando en mis días laborales y mis pensamientos más íntimos. En lo profesional, me siento estancado. No porque no trabaje, ni porque no lo haga con responsabilidad; simplemente, siento que ya no hay para dónde crecer en el lugar en el que estoy. La administración actual en mi empleo ha generado cierto roce conmigo, y aunque no me han despedido ni algo por el estilo, el ambiente no da para más. No hay ascensos, no hay nuevos retos, no hay apertura. Y eso me pesa. Al mismo tiempo, no puedo tomar decisiones a la ligera. Tengo una familia que depende de mí, y el ingreso que hoy tengo me permite cumplir con mis responsabilidades. Sería mentirme si dijera que no tengo miedo de soltar eso sin una red que me sostenga. Pero aquí viene lo más importante: dentro de mí, en lo profundo, sigue latiendo una llama. Es...

A mi hijo (Carta #9)

Mi querido Noah, A veces todavía te digo “mi bebé”, aunque tú ya bien sabes que no lo eres. Te aferras con orgullo a ser un niño grande , y cómo no, si te lo has ganado con creces. En estos últimos meses hemos empezado a ver más de ti, de tu carácter, de esa forma tan tuya de ser, y me emociona pensar en la persona en la que te estás convirtiendo. Cada día haces algo nuevo. Ya vas solo a la cocina, abres el refri buscando algo de comer como si nada, y hasta quieres ir solo al baño, aunque todavía vamos contigo —por si acaso. Y yo ya empiezo a sentir que no falta mucho para que nos pidas tu propia cama, tu espacio. Aunque la verdad, dormir los tres apretados sigue siendo uno de los momentos más bonitos del día. Yo hago como que me quejo, pero me encanta tenerte cerca, escuchar tu respiración mientras dormimos los tres juntitos. Me da tanta alegría verte hablar más con la familia, y escuchar como nos dices que mamá y papá somos tus mejores amigos del mundo —sobre todo después de esas bat...

A un paso del siguiente escalón

Imagen
Últimamente he estado reflexionando mucho sobre la autorealización. Me pregunto si, para sentir que estoy verdaderamente vivo, necesito experimentar inseguridad, miedo o incluso cierta incomodidad. Quizás esas sensaciones no son señales de alarma, sino motores para avanzar, para atreverme a dar ese siguiente paso… antes de que ya no pueda dar más. Siento que estoy a nada de tomar una decisión que puede cambiar mi vida (nuestra vida) de forma extraordinaria. Una decisión que, más allá del momento en que se tome, tiene que estar escrita en papel, con claridad, con propósito. Porque lo que haga hoy puede marcar la diferencia en lo que seamos dentro de cinco años. En lo profesional, me he dado cuenta de que disfruto los altibajos. Claro que prefiero los momentos buenos, los logros, las satisfacciones. Pero también he aprendido a tolerar los tragos amargos, porque son parte de esta montaña rusa. Al final, todo suma: lo dulce, lo difícil, lo inesperado… todo aporta a mi crecimiento. Si este ...