A un paso del siguiente escalón
Últimamente he estado reflexionando mucho sobre la autorealización. Me pregunto si, para sentir que estoy verdaderamente vivo, necesito experimentar inseguridad, miedo o incluso cierta incomodidad. Quizás esas sensaciones no son señales de alarma, sino motores para avanzar, para atreverme a dar ese siguiente paso… antes de que ya no pueda dar más.
Siento que estoy a nada de tomar una decisión que puede cambiar mi vida (nuestra vida) de forma extraordinaria. Una decisión que, más allá del momento en que se tome, tiene que estar escrita en papel, con claridad, con propósito. Porque lo que haga hoy puede marcar la diferencia en lo que seamos dentro de cinco años.
En lo profesional, me he dado cuenta de que disfruto los altibajos. Claro que prefiero los momentos buenos, los logros, las satisfacciones. Pero también he aprendido a tolerar los tragos amargos, porque son parte de esta montaña rusa. Al final, todo suma: lo dulce, lo difícil, lo inesperado… todo aporta a mi crecimiento.
Si este cambio que estoy considerando llega a darse, no será algo repentino. No pretendo romper con todo lo anterior, sino evolucionar, ajustar lo que sea necesario, transformar los planes con el tiempo y, si es posible, mejorarlos. La idea es avanzar, no huir. Rediseñar con sentido.
A veces, estas ideas me rondan la cabeza sin parar. Me cuestiono: ¿necesito esto para sentirme vivo? ¿No debería bastarme lo que ya tengo? ¿Acaso la autorealización es una meta real o solo una ilusión que dibujo en mi mente cada día?
Me gusta aventurarme, aunque no siempre tenga respuestas. Y sí, muchas veces no hay camino de regreso. Pero, ¿acaso hay alguna garantía de que, si algo falla, lo siguiente será mejor? No. Y aun así, lo intento. Porque quiero sentirme útil. Quiero vivir experiencias que valgan la pena. Quiero retarme. Quiero saber que puedo más.
Mucha gente busca seguridad laboral. Yo también. Pero con el paso de los años, esa seguridad me empieza a quedar corta. Me empiezo a sentir incompleto. Entonces vuelvo a observar, a detectar fallos, necesidades, áreas de oportunidad. Ahí es donde me entrego por completo. Me importa dejar huella. Me importa que lo que hago tenga impacto, aunque sea pequeño.
Hace poco me preguntaron si había algún proyecto que me hubiera dejado verdaderamente satisfecho. Y la verdad es que, en cada lugar donde he trabajado, he tratado de dejar un granito de arena. Eso es lo que me impulsa: sentir que lo que hice sirvió para algo, que ayudó, que marcó una diferencia. Y si logré hacer eso una vez, sé que puedo hacerlo de nuevo.
Hoy me siento completo. Me siento motivado, seguro, acompañado. Y eso es justo lo que necesito para subir el siguiente peldaño en esta escalera que es la vida. Porque sé que cuando llegue al penúltimo escalón de mi autorealización, el miedo volverá. Pero también volverán las ganas de seguir subiendo, de lanzarme otra vez a la incertidumbre de lo que sigue, del siguiente reto.
Así será hasta que mi mente y mi corazón dejen de ser lo que hasta hoy son.
Comentarios
Publicar un comentario