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El ruido de las cosas al caer, Juan Gabriel Vásquez
[…] (Y me digo al mismo tiempo que somos pésimos jueces del momento presente,
tal vez porque el presente no existe en realidad: todo es recuerdo, [...]
[…] «¿Usted lleva un diario, Antonio?» Le dije que no, que los diarios siempre
me habían parecido ridículos, una vanidad o un anacronismo: la ficción de que
nuestra vida importa. [...]
[…] «Luego me di cuenta de que nadie quiere escuchar historias heroicas, y en
cambio a todo el mundo le gusta que le cuenten la desgracia ajena.» [...]
[…] «No importa», dijo él. «Quería verte. Quería ver a mi esposa.» [...]
[…] con un café negro como todo desayuno, [...]
[…] convencidos, como sólo pueden estarlo los amantes nuevos, de que decir lo
que uno quiere es lo mismo que decir quién es. [...]
[…] de que decir lo que uno quiere es lo mismo que decir quién es. [...]
[…] Es el ruido de las cosas al caer desde la altura, un ruido interrumpido y
por lo mismo eterno, un ruido que no termina nunca, que sigue sonando en mi
cabeza desde esa tarde y no da señales de querer irse, que está para siempre
suspendido en mi memoria, colgado en ella como una toalla de su percha. [...]
[…] Escobar fue muerto a tiros sobre un tejado de Medellín, [...]
[…] fingen serenidad y control cuando todo control se ha perdido ya y la
serenidad es una gran impostura. [...]
[…] La experiencia, eso que llamamos experiencia, no es el inventario de
nuestros dolores, sino la simpatía aprendida hacia los dolores ajenos. [...]
[…] llenando con palabras el silencio de la noche cálida, pero sin mirarnos
nunca, como un cura y un pecador en el sacramento de la confesión. [...]
[…] Lo más triste que puede pasarle a una persona, tener recuerdos de
mentira.» [...]
[…] Muerta del calor y llevando a un desconocido a ver el zoológico de un
mafioso muerto.» [...]
[…] No hay manía más funesta, ni capricho más peligroso, que la especulación o
la conjetura sobre los caminos que no tomamos. [...]
[…] porque la manera de ganar dinero es elocuente, nos define, nos estructura;
[...]
[…] pues nadie que viva lo suficiente puede sorprenderse de que su biografía
haya sido moldeada por eventos lejanos, por voluntades ajenas, con poca o
ninguna participación de sus propias decisiones. [...]
[…] Recordar cansa, esto es algo que no nos enseñan, la memoria es una
actividad agotadora, drena las energías y desgasta los músculos. [...]
[…] rozaba la piel de mi mano, y el roce me gustó y lo busqué de ahí en
adelante. [...]
[…] sintió una de esas tristezas que toleramos porque aparecen en momentos
felices y, [...]
[…] Tardó más de lo debido en descubrir por qué: a su manera, este hombre
extrovertido y curioso, que la miraba con desfachatez y hablaba como si el
mundo le debiera algo, le hacía pensar en Ricardo Laverde. [...]
[…] todos los ciudadanos fueran políticos pero ningún político quisiera hacer
nada por los ciudadanos. [...]
[…] Veintiocho años, solterita y a la orden, las partes del cuerpo bien
puestas todavía, y viviendo sola con mis abejas. [...]
[…] Yo estaba donde tenía que estar cuando tenía que estar, y fue un golpe de
suerte. [...]
[…] Yo, sin mover los párpados, la miré desplomarse, / caer, cual bajo un
casco un pétalo de rosa. [...]
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